Los animales causan una gran impresión en los niños. Desde que son bebés crecen jugando con juguetes con forma de animales, viendo series o leyendo libros con protagonistas animales. Cuando van creciendo, suelen crear vínculos muy unidos con sus mascotas y continúa su amor por los amigos peludos. Es por eso que en algunos tratamientos para niños con depresión, autismo o parálisis cerebral se ha incorporado terapia con animales como gatos y perros de compañía.
La terapia con animales
La Terapia Asistida con Animales de compañía (TAA) es una práctica diseñada para mejorar la conducta y fomentar su desarrollo en diferentes ámbitos como el cognitivo, social o emocional. Esta intervención terapéutica ayuda a niños con depresión, autismo. parálisis cerebral, ancianos con alzhéimer y población penitenciaria.
Se utilizan perros y gatos, los animales de compañía más comunes, especialmente adiestrados para esta tarea. En los estudios más recientes publicados acerca de los animales, se demuestra que la presencia de estos favorecen a la calma, relajación y estímulo de la interactividad de las personas cercanas.
¿En qué consiste exactamente?
Con su presencia, los pacientes (comúnmente niños) son más receptivos a la hora de comunicarse con los terapeutas. Así, los perros y gatos de TAA sirven como puente de comunicación entre los niños y los especialistas.
Si las terapias consisten en, por ejemplo, lanzar una pelota, al utilizar a un perro de compañía que recoja esa pelota aumenta la felicidad del paciente y su interés por la actividad. Otras actividades pueden ser acariciar a la mascota, peinarle o dibujarle.
El uso de esos animales en terapia se traduce en una reducción del estrés, mayor atención, aumento de la actividad física, subida del ánimo, entre muchos otros beneficios.
Origen de la terapia con animales
Allá por 1.200 A.C., los griegos utilizaban perros como co-terapeutas en sus templos de curación. El origen del concepto “Terapia con animales” (o “Pet-therapy”) fue en 1953, cuando el psicólogo Boris Levinson notó que su perro Jingles llamaba la atención de su paciente, un niño con autismo. Desde entonces estudió este fenómeno y en 1962 publicó un artículo titulado “El perro como Co-terapeuta”. Con el pasar de los años, estos estudios tomaron popularidad y cada vez más asociaciones insisten en el uso de animales como herramienta para reforzar los resultados de la terapia. En España ha comenzado a extenderse esta práctica, como por ejemplo en el Hospital 12 de Octubre.